Atucha III y el bloqueo de EE.UU. a China en Argentina
Foto: La Voz de Zárate
La construcción de un cuarto reactor nuclear está en el centro de la disputa geopolítica global y las trabas en la interna del gobierno argentino.

La importancia estratégica de Atucha III

El proyecto para la construcción de un reactor nuclear tipo Hualong data de 2010 a partir de la colaboración de los sectores nucleares de Argentina y China. En 2014 se comenzó a diseñar el plan para lograr el financiamiento del 85% por parte del país proveedor y 15% del país que recibe el proyecto pero el cambio de gobierno en Argentina y la negativa del macrismo a hacer progresar trabaron el avance de Atucha III. Desde entonces hasta la fecha no se ha logrado empezar la construcción del nuevo reactor nuclear denominado Atucha III a pesar de que es el principal proyecto de Nucleoeléctrica Argentina. 

Atucha III aportaría 1.200 MWe a la red eléctrica sumados a los 1.760 MWE al sistema eléctrico argentino que ya aportan la Central Nuclear de Embalse, Atucha I y II.. En 2021 la energía nuclear alcanzó a generar el 7,17% de la energía eléctrica del país. Este proyecto resulta estratégico para el desarrollo del sector en tanto que en los últimos años la participación de la potencia instalada de la energía nuclear ha venido disminuyendo. De no incorporarse nuevos reactores como Atucha III se estima que en 10 años la potencia instalada disminuiría al 2% del total (en 2020 fue el 4,1%). De realizarse este proyecto, junto a otro proyecto como la V Central Nuclear, la potencia instalada podría triplicar el estimado alcanzando al 6% del total.    

Además de las ventajas en el apoyo la generación de energía, la energía nuclear disminuye significativamente la emisión de carbono respecto a las principales fuentes de energía en el país dependientes del gas o el petróleo. El objetivo de lograr una generación eléctrica sin emisiones de carbono evitando desatender la demanda de los actuales y futuros usuarios en el 2050 aceptada por la amplia mayoría de los países ante las Naciones Unidas es un gran desafío para la humanidad. En los cálculos de los especialistas un reactor nuclear de este tipo generaría 10.000 GWh de electricidad por año lo que es equivalente a la provisión energía para 11 millones de personas aportando sustantivamente a que se avance en el camino de generar energía con menos emisiones. 

En otros momentos de la historia reciente la energía nuclear fue considerada un problema ambiental por los accidentes como los de Chernobyl (1986) o Fukushima (2011). Pero el avance en la seguridad, la incorporación de nuevas tecnologías y el desafío climático global la transforman actualmente en parte de la solución según reconocen los expertos sobre el cambio climático en la ONU y la ambientalista Greta Thunberg.

La situación a la que llevó el mundo la reciente guerra en Ucrania desarma las rutas energéticas existentes y promete armar nuevos circuitos. Un consenso que se fortalece es la diversificación energética para evitar la dependencia tanto de las principales fuentes de energía como de los principales países proveedores de las mismas.

La energía nuclear no es dicotómica con otras energías renovables. Incluso se puede sostener que es claramente complementaria en tanto que no depende de factores ambientales para operar a máxima potencia. El único caso de intentar terminar con la energía nuclear para reemplazarlas en el corto y mediano plazo por energías más limpias como la solar o la eólica es un rotundo fracaso. Es el caso de Alemania que hace más de una década viene cerrando sus instalaciones. Además de profundizar su dependencia energética con Rusia evidenciada ahora por la guerra de Ucrania, su matriz energética actualmente produce el tiple de emisiones de carbono que Francia -en cuya matriz predomina la energía nuclear- para producir la misma cantidad de energía.  

Fuente: Informe del OECyT “Con la energía nuclear no alcanza, pero sin la energía nuclear no se puede”

En Argentina más de la mitad de las emisiones de carbono se explican por la generación de energía. En la matriz de generación energética local predomina el uso de combustibles fósiles ampliamente y con la explotación de Vaca Muerta esta tendencia se reforzaría aunque continúe aumentando la potencia instalada de generación de energías renovables. Por esa razón desde una perspectiva energética y ambiental proyectos como Atucha III resultan estratégicos. Tal como titula de cara al desafío de la transición en energética el director de Nucleoelectrica Argentina, Isidro Baschar, en un reciente informe del Observatorio de Energía, Ciencia y Tecnología (OECyT): “Con la energía nuclear no alcanza, pero sin la energía nuclear no se puede”. 

La interna del gobierno que puede trabar el proyecto

El 1 de febrero el gobernador Axel Kicillof y las autoridades de Nucleoeléctrica Argentina firmaron el acuerdo con la Corporación Nuclear Nacional de China logrando la posibilidad de financiación del 100% del proyecto que alcanza los 8.300 millones de dólares a través de bancos chinos. Este financiamiento tendría 8 años de gracia que es la misma cantidad de tiempo que se estima que el nuevo reactor nuclear entre en funcionamiento.  

El cronograma establecido marca que las obras comenzarían a fines de este año y se estima que generaría 7.000 empleos durante la obra y 700 empleos fijos. El proyecto incluye la integración proveedores locales en un 40% y tiene clausulas de transferencia de tecnología al sector nuclear argentino. Los reactores Hualong One se estima que tienen una vida útil de 60 años y generaría energía durante el 90% de ese tiempo.

Desde un punto de vista financiero, económico, energético y ambiental se trata de un proyectos que debería estar siendo celebrado por toda la dirigencia política argentina. Este contrato garantiza la llegada de inversiones que muchas veces se anuncian y pocas veces se concretan, permite la llegada de divisas en una coyuntura marcada por el endeudamiento y la falta de las mismas, y, además de servir para planificar la transición energética, genera miles de puestos de trabajo de calidad. Pero no todo avanza de acuerdo a los intereses nacionales.  

Desde hace un mes se hizo público que la principal traba operativa para la construcción de Atucha III está en el “cajoneo” del proyecto por parte de la Secretaría de Asuntos Estratégicos a cargo de Gustavo Beliz. Sin la aprobación de dicha secretaría es imposible lograr la aprobación y la ejecución de los créditos internacionales. Por esa razón el senador Oscar Parrilli convocó a que el secretario se presente al congreso a dar explicaciones y se realizó una visita del interbloque del senado del Frente de Todos al complejo Atucha para visibilizar el asunto.

Lamentablemente a pesar de la firma de un reciente memorándum de entendimiento que incorpora a la Argentina a Iniciativa de la Franja y la Ruta o luego de décadas de acuerdos de cooperación en materia nuclear entre Argentina y China el proyecto está frenado por la intervención de otra potencia. El llamado “cajoneo” del proyecto por parte de Beliz es asimilable a lo que hizo el macrismo con el sector nuclear durante su gobierno paralizando proyectos. La diferencia esta vez es una explícita y deliberada presión del gobierno de Estados Unidos.   

Atucha III en la geopolítica global

No se trata del primer gran bloqueo a inversiones chinas en el desarrollo energético en el país influenciado desde Estados Unidos. Como precedente reciente tenemos las trabas y persecuciones que sufrieron las empresas China Gezhouba Group Company Limited y Electroingenieria para la construcción de las represas Cepernic y Kirchner en Santa Cruz. Durante el gobierno de Macri las obras de una inversión con financiamiento chino por 4.700 millones de dólares estuvieron prácticamente paralizadas.

En esta ocasión las presiones del gobierno de EE.UU. son reiteradas. La jefa del Comando Sur, Laura Richardson, declaró en el mes de abril en contra del proyecto en su visita al país ante al portal de noticias Infobae. Ann Ganzer, subsecretaria de Política de No Proliferación del Departamento de Estado, también vino al país en abril junto al experto en inteligencia Dominic Casino. 

En las reuniones mantenidas por Ganzer y Cansino con integrantes del gabinete nacional como Jorge Taiana, Juan Manzur, Daniel Filmus y Gustavo Beliz, con el vicecanciller Pablo Tetamanti y con el directorio de Nucleoélectrica Argentina reiteraron el rechazo norteamericano a la construcción de Atucha III y al acuerdo con la Corporación Nuclear Nacional de China. 

Los argumentos de la delegación norteamericana se sustentaron en dos cuestiones. Primero, la supuesta inmadures de la tecnología que podría ser exportada por China lo cual es negado fácticamente por las 29 centrales en funcionamiento, construcción y planeamiento tanto China y en otros países. 

En segundo lugar, también los norteamericanos resaltaron la posibilidad de accidentes detectados en el país asiático. Tal como reveló José Luis Antúnez en Página 12 en la reunión con el directorio de Nucleoélectica Argentina los funcionarios norteamericanos repartieron documentos reservados de los que no dejaron copias con imágenes satelitales de un supuesto derrame en una central nuclear china. Este tipo de operación ya se viene realizando con la planta nuclear de Taishan en China operada por la empresa francesa EDF Energy y la empresa local Guangdong Nuclear Power Group. Esta información difundida por medios como la CNN fue negada reiteradamente por las empresas y por el Organismo Internacional de Energía Atómica encargado por la ONU para la regulación del sector.  

En estas reuniones los funcionarios norteamericanos no propusieron ninguna alternativa sobre el financiamiento o el aporte de otro tipo de tecnología y seguridad para que Argentina avance en su desarrollo de nuclear con fines pacíficos. Todo lo contrario. Se pidió en caso de que China participe de Atucha III que EE.UU. pueda participar de la construcción del reactor de potencia Carem con tecnología 100% nacional cuya obra esta reiniciada luego de años de parálisis y tiene final previsto para 2026. Las intenciones norteamericanas respecto al proyecto se vinculan a que este tipo de reactor pequeño se posiciona a la vanguardia tecnología nuclear mundial y podría transformar al país en uno de los principales actores globales. 

Desde la firma del contrato entre Nucleoeléctrica Argentina y la parte china hay un plazo de 170 días para que la secretaría de Asuntos Estratégicos ponga su firma y estamos a un mes de que se cumpla esa fecha. El gobierno argentino está entre la disyuntiva de potenciar cuantitativamente y cualitativamente el sector nuclear en alianza con una potencia que garantiza la transferencia tecnológica o ponerle un freno al sector a partir de las advertencias de otra potencia que solo le puede ofrecer apropiarse de su tecnología de punta.