

Beili Liu, nacida en China y radicada en Estados Unidos, refleja en su trabajo su propia experiencia migrante y la de miles de asiático-americanos. Sus instalaciones se valen de objetos cotidianos a los que la artista resignifica mediante complejas narrativas y también a través de performances que la misma artista encarna. Los materiales que utiliza son transfromados de forma artesanal, luego de varias horas de dedicación, casi como una ofrenda.
La migración atravesó la vida de Beili mucho antes de abandonar China. Sus padres fueron varias veces migrantes internos, acomodándose a los cambios políticos y económicos de una China en búsqueda de un modelo de crecimiento.
Primero, migraron a áreas rurales en el noreste de Jilin (donde Beili nació), en el marco del movimiento hacia el campo (Up to the mountains and down to the countryside), durante la Revolución Cultural. Este movimiento buscaba que los jóvenes de las ciudades, en muchos casos percibidos como de ideas burguesas, se dirigieran a trabajar en áreas agrícolas o montañosas para aprender de los trabajadores locales.
Cuando Beili tenía cuatro años, sus padres fueron asignados a asistir a la Universidad, lejos de ella. Esta experiencia de separación, que duró cuatro años, es posiblemente una las mayores inspiraciones para una de sus últimas instalaciones, titulada Each and Every, que refleja el trauma de las niñeces migrantes.

Vista de instalación de Each and Every de Beili Liu. Fuente: Estudio Beili Liu vía CrowCollection.org
En 1989, justo antes de las protestas en Tiananmen, la familia migró a la ciudad costera de Shenzhen, un hub económico próximo a Hong Kong y una de las cuatro zonas económicas especiales (donde regía una mayor libertad de mercado) designadas en un primer estadío de las reformas económicas del político Deng Xiaoping. Allí Beili estudió literatura China.
De esa etapa, Beili recuerda haberse conmovido por los cientos de trabajadores que acudían a Shenzhen en búsqueda de oportunidades. Estas experiencias anónimas, atravesadas por las largas horas de trabajo y la poca paga, han inspirado constantemente su labor artística, donde reflexiona en torno a cómo algunas actividades son valoradas mientras que otras menospreciadas.
En 1995 migra a los Estados Unidos donde obtendrá un bachelor y una maestría en arte. Actualmente, además de artista, es profesora en la Universidad de Texas. A la fecha ha realizado múltiples exhibiciones, algunas individuales, y recibido numerosos premios por sus obras.
El trabajo de Beili ha sido descripto por los críticos como “simple en materiales pero rico en metáforas”. Para uno de sus últimos trabajos, por ejemplo, utilizó solamente ropa usada, hilos, cemento… y nada más. Esto lo volvió un trabajo de bajo presupuesto (todas las ropas fueron donadas) pero con un alto valor en significado, mostrándonos, entre otras cosas, que con poco se puede lograr mucho.
En la instalación Each and Every (todos y cada uno) se pueden observar ropas de niños de distintos tamaños ordenadas en el suelo formano un cuadrado. Las ropas estas cubiertas en cemento. Sobre ellas cuelgan, desde el techo de la sala, hilos también recubiertos en cemento que no llegan a tocar las prendas. Adicionalmente, la artista ubicó una mesa con hilos y agujas y ropas a ser enmendadas.
Las ropas encarnan y homenajean a los niños que han vivido la experiencia de dejar sus hogares. El cemento simula una cierta homegeneidad del proceso de asimilación, así como la dureza de algunas experiencias migrantes. Los tamaños y formas, todas diferentes, nos recuerdan la individualidad. Los hilos, a pocos centímetros de las prendas, sin tocarlas, pueden ser entendidos como las redes que se han roto, la asistencia necesaria que no está al alcance.
Adicionalmente a la instalación, Liu realiza una performance en la cual, en un estado meditativo, se sienta a zurcir la ropa con agujeros y gastada, representando las historias de vida detrás de las prendas. Para la artista, el trabajo femenino (en su caso aprendió a coser y bordar gracias a su madre) es visto como un proceso sanadador y redentor. El coser es entendido como un modo de procesar el dolor a través de las manos. De su niñez en la China rural, Beili recuerda a las mujeres cosiendo. Todo se hacía a mano, se rehacía y se enmendaba. Al sentarse a coser, manifiesta su protesta como artista, como migrante y, por sobre todo, como madre. Acorde a sus declaraciones en una entrevista para Sculpture Magazine, declaró que su trabajo es un proceso de translación de su pasado en China con su realidad actual, inspirada por aquellas mujeres fuertes que sirvieron como proveedoras, enmendadoras y madres.
La exhibición fue presentada en Crow Museum of Asian Art, en Dallas Texas (2020-2021) y MadArt Studio, en Seattle, Washington (2019). Actualmente se encuentra en exhibición en Asia Society, en Houston, Texas.
La misma aborda con sutileza y emocionalidad la reciente crisis de las infancias migrantes en Estados Unidos vinculada a las políticas de separación familiar, llevadas a cabo en la frontera sur del país. Por esta política, implementada en 2014, los niños de inmigrantes ilegales son separados de sus familias y retenidos. También refiere a las crisis de refugiados en Europa.
El espectador es invitado a contemplar estas niñeces y, con ellas, a sus familias y a tantas y tan diversas experiencias migrantes. También a contemplarse a uno mismo, a la sociedad. Remendarnos, sanarnos, coser nuestras partes rotas y desgastadas es un proceso individual y colectivo, personal y político, al que Beili invita con brillantes.