

Por muchos años y para una parte de los jóvenes chinos, obtener educación superior en los Estados Unidos era un sueño y una ambición incluso familiar. Sin embargo, la generación nacida en la década del 90 y posteriormente, pierde paulatinamente ese interés.
Durante la primera mitad del año en curso, la cantidad de visas estadounidenses otorgadas a nacionales chinos se desmoronó un 50% en relación a la época pre-pandemia, según reportes del Wall Street Journal. El país norteamericano no está directamente limitando el acceso a las visas, pero lo que sí influye es la creciente imagen negativa en relación a los Estados Unidos y la restrictiva política china respecto a viajes internacionales en contexto del COVID-19.
Las consecuencias de este fenómeno son múltiples y afectan, entre otras áreas, los campos financiero y social. En cuanto al primer grupo, cabe mencionar que hay instutuciones de educación superior que dependen del ingreso generado por matrículas completas pagas por estudiantes extranjeros. En cuanto al segundo grupo, se pueden ver afectadas las relaciones internacionales entre ambos países, dado que existe una especie de regla muy simple por la cual los chinos que visitan Estados Unidos tienen una mejor imagen del país. Por lo tanto, una caída en el número de estudiantes que cruzan el pacífico genera una pérdida de fuerza y solidez en el puente cultural.
Orígenes del interés chino en la educación extranjera
Si se mira unos años hacia atrás es posible ver que la educación en los Estados Unidos se remonta a la época de Deng Xiaoping. El líder chino anunció en el año 1978 su intención de enviar “decenas o miles de decenas de jóvenes a estudiar al extranjero”. Su objetivo era fortalecer la comunidad científica china, que se había visto muy bebilitada a causa de la Revolución Cultural. En ese año, se enviaron 3000 estudiantes chinos a perseguir sus títulos al exterior, de los cuales un tercio desembarcó en los Estados Unidos.
Décadas después y más precisamente en el año académico 2003-2004, 61.765 chinos se matricularon en universidades de los Estados Unidos. De esta forma, uno de cada diez estudiantes extranjeros presentes en el país norteamericano provenían del país asiático. A su vez, a medida que la riqueza china creció, enviar un hijo a estudiar fuera del país se convirtió en una aspiración normal de la clase media-alta. Los números acompañaron y para el año 2009-2010, la métrica bajo análisis llegó a las 127.628 personas, para tocar un máximo de 372.532 en el año 2019-2020. En este momento, el 35% de los estudiantes extranjeros presentes en el país al norte de América Latina, venían de China.
Estas cifras, siempre en crecimiento, fueron evidentes para el gobierno de la República Popular, que logró comprender que el éxito no estaba sólo en el regreso de sus nacionales al país, el cual venía disminuyendo, sino también en el crecimiento de ellos en el país que habían elegido como su hogar. De esta forma, el gobierno chino comenzó a promocionar la idea de “colaborar estando afuera”. Como consecuencia, los jóvenes asiáticos viviendo en Estados Unidos formaron importantes comunidades de negocios e inversión y generaron un nexo cultural invaluable para las relaciones bilaterales, no sólo en el aspecto político sino también en lo social.
Rupturas de la actualidad
Ese puente construido entre comunidades, que ha sido continuamente testeado, está perdiendo su fuerza paulatinamente debido a, entre otras variables, el creciente racismo, la inestabilidad política, la violencia armada y los crímenes urbanos. Finalmente, la administración de Donald Trump no favoreció, ya que se mostró muy confrontacional con los intercambios internacionales, buscando enaltecer el sentimiento nacionalista estadounidense.
Como resultado, los jóvenes chinos, si bien continúan viendo las universidades estadounidenses entre las mejores del mundo, comienzan a considerar otros países en los cuales desarrollarse académicamente, como Inglaterra, Hong Kong y Singapur. Seguramente, las repercusiones de las últimas incursiones geopolíticas de los Estados Unidos en el estrecho de Taiwán jugarán también su rol, y se espera que se profundice la imagen negativa.