El cuerpo dice lo que la boca calla. Las manos de Xiao Hong
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Con una crudeza narrativa propia que hace carne el sentimiento de la protagonista, Xiao Hong nos brinda un ácido relato de la inserción escolar que bien podría trazar ciertas analogías con el sistema educativo actual.

Con una crudeza narrativa propia que hace carne el sentimiento de la protagonista, Xiao Hong nos brinda un ácido relato de la inserción escolar que bien podría trazar ciertas analogías con el sistema educativo actual. Ha pasado ya casi un siglo desde que Zhang Naiying, más conocida como Xiao Hong, publicó el cuento Las manos. Sin embargo, a pesar de los increíbles cambios que acontecieron en este período, su temática aún continúa vigente: la lucha por acceder a mejores condiciones a través de la educación. 

Rígidos parámetros tradicionales enorgullecen a la institución que es un páramo dentro del paisaje nevado en marzo del 36, aunque una alumna campesina se sale de la uniformidad del resto de las estudiantes, ¿Qué sucede con la pieza que no encaja? ¿Acaso los grandes guantes que le presta su padre no la protegen del ambiente hostil? Hija de una familia que se dedica al negocio de la tintorería, la piel de las manos de Wang Yaming literalmente lleva la negra marca de su condición. Imborrable, por más limpias que estén resaltan del resto. Este negro se va aclarando con la escolarización y el acceso al colegio pupilo, pero nunca llega a irse por completo. 

El terreno fértil luego del movimiento del 4 de mayo proclamaba, entre otras consignas, animar la participación de los intelectuales progresistas en el proceso democrático; iniciar la lucha por la igualdad de género, liberar a las mujeres encadenadas por ideologías pasadas. Dentro de este marco surgen los brotes que dejarán huellas para abrirse paso en un mundo que busca nuevas oportunidades, donde la condición social rompa el esquema preestablecido. Es justamente en este entorno donde la escritora intenta negociar con el lector para hacer visible a los que luchan por llegar, a los que no les abren la puerta por más que llamen varias veces. 

Rara vez se escuchan quejas de la protagonista sobre su condición, más bien enfrenta los hechos desde la rebeldía del actuar, lucha por llegar a ese lugar que incomoda, donde intenta amoldar como propio lo ajeno. Esta batalla por llegar tal vez podría trazar un hilo conductor con la actualidad del sistema escolar en china. Hoy es común ver a estudiantes dedicarse de lleno al estudio intensivo durante varios de la secundaria para acceder a un buen puntaje en el gao kao, el examen previo al ingreso a la universidad. Las horas extras luego de la clase se transforman en rutina, se busca obtener el ticket dorado para acceder a una mejor educación superior y, por ende, mejores oportunidades laborales en el futuro. 

Frecuentemente se ven imágenes en las redes de estudiantes durmiendo sobre sus libros, tránsito cortado para que los alumnos lleguen a tiempo a rendir, padres ansiosos esperando a la salida del lugar del examen. Lo que tal vez no se llega a comprender tan fácilmente es lo que está en juego, el esfuerzo detrás de cada alumno y su familia, de dónde nace el motor para hacer frente a las arduas condiciones del sistema educativo. Tal vez sea hora de observar el fenómeno desde una óptica más allá del resultado, apoyar a esas manos que buscan constantemente un intento por superarse en cada obstáculo con el que se encuentran.