

Para la época del famoso veneciano, en Europa el dinero adoptaba la forma de monedas de plata y oro, donde el valor de estas se daba en función de su peso. En otras palabras, las mismas tenían un valor intrínseco.
Al llegar a China, lo que el mercader Marco Polo observó fue que el dinero con el cual se llevaban a cabo las transacciones eran trozos de papel que decían valer una determinada cantidad de monedas de cobre. Es decir, papeles que, en esencia, eran una promesa de pago por parte del emperador. Con esto, China había innovado por completo en su sistema crediticio, marcando un hito en la historia monetaria de la humanidad. China había inventado el billete.
Ahora bien, ¿cómo alcanzó China esta verdadera revolución monetaria seis siglos antes que occidente?
Hacia mediados y finales de la dinastía Tang (618-907 DC), China experimentaba un crecimiento económico que fue funcional a la aparición y expansión de diferentes instrumentos crediticios. Estos tenían como fin minimizar el transporte de grandes cantidades de monedas de cobre a lo largo del imperio. Recordemos que, para los mercaderes de aquella época, acostumbrados a recorrer grandes distancias, el transporte de monedas implicaba un desafío logístico. No sólo por el peso, sino también por el riesgo a ser asaltados.
Uno de los instrumentos crediticios representativos de este periodo es el feiqian, un certificado gubernamental que permitía al mercader cobrar las monedas de cobre en una ciudad diferente a la que vendía sus mercancías. Debido a este sistema, se logró una reducción considerable de los costos logísticos a los que hacían frente los mercaderes que iban a las grandes ciudades a vender sus productos.
No obstante, los feiqian no eran dinero propiamente dicho, porque si bien eran una promesa de pago al mercader, estos no eran transferibles, por lo que no funcionaban como un medio de cambio. China debería esperar hasta la dinastía Song (960-1279 DC) para ver los primeros créditos transferibles, es decir, los primeros billetes.
La China de los Song fue una de las economías más desarrolladas del mundo medieval. Sin embargo, la prosperidad económica, y su respectivo aumento del comercio, trajo como consecuencia que la oferta de monedas de cobre no alcanzase para la cantidad de transacciones que se ejecutaban en la economía.
Bajo este contexto, un conjunto de mercaderes acaudalados de Chengdu creó el Jiaozi, el primer billete de la historia. El mismo era una promesa de pago y contaba con al menos dos características que fueron claves para su uso como crédito transferible. Por un lado, las marcas codificadas antifraude y, por el otro, el sello oficial del gobierno.

Una ilustración de un billete chino tomada de un artículo sobre la historia monetaria de China (John E. Sandro vía Wikipedia).
El prematuro éxito de los Jiaozi pronto se vio eclipsado por una serie de impagos que hizo colapsar la confianza del público sobre ellos. Como consecuencia, el gobierno central decidió intervenir, no sólo garantizando los pagos, sino también tomando el control sobre la creación de los Jiaozi.
Y es así como para el año 1024 el gobierno central de la dinastía Song dio la orden para la primera emisión de papel moneda oficial de la historia, casi 250 años antes de la llegada de Marco Polo a China.