El Tratado de Nankín y el fin del sino-centrismo
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El 29 de agosto de 1842, a la sombra de la flota británica, el príncipe de la dinastía Qing firma el conocido Tratado de Nankín, poniendo fin a la primera guerra del opio, y dando comienzo a lo que los chinos conocen como el “siglo de la humillación”.

Abordo del HMS Cornwallis, las dos delegaciones llegaron a un acuerdo para ponerle fin a la guerra entre los dos imperios. El Tratado desigual de Nankín (o Nanjing) incluyó 13 artículos que cubrían temas diversos. Los principales artículos de dicho tratado son ilustrativos, no sólo del nuevo orden internacional al que se sometería China, sino también de un momento de quiebre en su cosmovisión.

Pie de igualdad

Uno de los puntos más importantes del tratado fue aquel que se refería al principio de igualdad política. Este hacía hincapié en que los funcionarios de gobierno de ambos imperios se correspondieran sobre la base de la perfecta igualdad. Esto quiere decir que los chinos no podían referirse a los británicos como bárbaros o suplicantes.

Dicho punto, que parece coherente a la luz del siglo XXI, representó una verdadera cruzada para los mandarines durante la negociación del tratado. Incluir el principio de igualdad política atentaba directamente contra el orden del mundo chino, que se basaba en el carácter celestial y supremo de su emperador. 

Durante siglos, China vio caer y levantarse diferentes dinastías, las cuales se iban transfiriendo el mandato del cielo, el cual legitimaba a quien se apropiaba del poder. Sin embargo, los británicos, que eran vistos como otros invasores, jamás reclamaron el mandato del cielo, sino que plantearon una convivencia política para la que la estructura china no estaba preparada.

Sin ir más lejos, el comercio internacional era percibido como un favor del emperador hacia los bárbaros, quienes tenían el privilegio de llevarse consigo los grandiosos productos chinos como el té, la seda y la porcelana. 

HMS Cornwallis y el escuadrón británico. Fuente: Wikimedia

Apertura económica y principio de extraterritorialidad

Una de las principales causas de la guerra del opio fue la extrema restricción al comercio que existía en China. Hasta ese momento, los comerciantes extranjeros solo podían realizar sus transacciones en Cantón bajo un estricto régimen de comercio exterior que funcionaba a través de licencias.

El nuevo acuerdo le exigía a China la apertura de nuevos puertos bajo los cuales los británicos pudieran comerciar libremente. En este sentido, se abren al comercio Ningbo, Shanghái, Xiamen y Fuzhou.Por otro lado, y aún más importante, en estas ciudades comenzó a regir el principio de extraterritorialidad, el cual significa que los ciudadanos británicos no podían ser juzgados por la ley china. 

Con el tiempo, todas las potencias extranjeras, incluidas Japón, reclamarían este principio. Si bien este punto no fue de los más resistidos en su época, a futuro sería la muestra visible de como el imperialismo socavaba la soberanía china.

Hong Kong

El artículo 3 materializaba la entrega de la isla de Hong Kong al imperio británico. En este tratado la entrega era a perpetuidad. Sin embargo, el punto sería reformado luego en la convención de Beijing de 1898, en el que se pactó una cesión de 99 años. 

Para ese entonces la isla tenía muy pocos habitantes y su economía dependía de la pesca. No obstante, los británicos estaban interesados en la magnífica localización que los posicionaba a las puertas de Cantón.

Triunfo parcial

Si bien Gran Bretaña se encontraba en una posición ventajosa, el acuerdo no cumplió del todo las pretensiones de la potencia occidental. Una de las principales razones radica en que los ingleses no estaban dispuestos a continuar la guerra, ya que los costos logísticos para esa época eran altos. Recordemos que a un barco le tomaba 9 meses llegar a Cantón desde Londres (el canal de Suez aún no estaba terminado).

La increíble distancia permitió a los chinos permanecer inflexibles ante ciertas propuestas como lo son legalizar el opio, permitir un embajador en Beijing y la apertura total del mercado chino.

Parte del Tratado en inglés y chino. Fuente: National Palace Museum en Taipei

Repercusiones

El tratado fue el punto de partida para el declive de un régimen que había permanecido inmutable durante siglos. La nueva potencia no había llegado a China para tomar el mandato del cielo, sino más bien para hacerlo convivir en un nuevo orden internacional, donde su aura celestial era similar a la de otros jefes de estado.

La pérdida de legitimidad y los constantes ataques a la soberanía del imperio serían heridas que contribuirán, no solo a la fundación de la República de China (en 1911), sino también a la fundación del Partido Comunista.

Por último, pero no por eso menos importante, este tratado es el que da origen a la isla de Hong Kong, la cual con el tiempo se convertirá en una pieza indispensable del desarrollo chino de finales del siglo XX.