El centenario del PCCh demuestra que el orden reina en China
Foto: Xinhua
La celebración de los 100 años del Partido Comunista de China marcaron un contraste fuerte con la caótica transición de gobierno en EE.UU. Evidentemente el triunfo del orden chino se vislumbra por sobre la incertidumbre que predomina en otras partes del mundo.

“Toda organización presupone la formación de todas las almas creando un alma colectiva que piense y actúe congruentemente.” Juan Domingo Perón, Manual de conducción política

Durante el dia de ayer tuve oportunidad, al igual que millones de internautas, de seguir en vivo la celebración orquestada por el PCCh en ocasión de su centenario. La transmisión de 4 horas televisada por CGTN consistió de un formato clásico de presentadores, invitados especializados, e informes de las hazañas chinas recientes, con una estructura similar a la de los JJOO, el Mundial de Futbol o la entrega de los Oscars.

Luego le siguió una magistral puesta en escena de la plaza Tiananmen. Una escenografía a la vez sobria y espectacular, vivificada por un coro de 3.000 jóvenes y coronada por el discurso del Secretario del PCCh Xi Jinping. Una sucesión de imágenes y sonidos, que una y otra vez, al mirarlos, me transportaban a una imagen diferente. De un país lejano, en un momento complejo. Durante toda la transmisión del evento fue inevitable comparar en mi cabeza lo que allí sucedía con la toma del Capitolio en Washington.

Imagen: Xinhua

Estas dos imágenes, están a la vez unidas y separadas. Son la cara y la contracara de una misma moneda. Se dirá que son fotos y no la película. Es cierto. Pero en ocasiones, una escena, una toma fotográfica profetiza, adelanta el final o da la clave de la historia, mucho antes de concluir. Como en toda apuesta existe el riesgo de perder. Pero en esta ruleta pongo una ficha sobre esas fotos.

Me interesa entonces leer ambos momentos al unísono, enlazados, y pensar desde allí el futuro de la contienda que se presenta en nuestro tiempo. Al decir de Gramsci, lo viejo no termina de morir y lo nuevo no termina de nacer, el Hegemón se resiste a dejar su lugar, da pelea hasta el final, pero la potencia de las fuerzas que comanda llegan agotadas. Las fuerzas del parvenue están en cambio, frescas, vigorosas, son capaces de sostener la lucha y obtener la victoria. ¿Qué nos traen entonces cada una de las tomas?

  1. El caos

En Estados Unidos el recuento electoral de las presidenciales se alarga durante semanas. Las acusaciones de fraude del presidente de turno sobre unos comicios que su administración organiza, un sistema electoral complejo hasta el absurdo, la repentina relevancia del voto por correo, la elección por votación indirecta, promueven semanas de tensión social y política en la aun hoy primera potencia. En medio de un año trágico signado por los enfrentamientos raciales, de clase, las muertes por Covid, la inestabilidad política suma malestares. En los días previos a la asunción de Joe Biden ocurre lo inesperado, cientos de simpatizantes de Donald Trump se congregan en Washington y ocupan el edificio del Capitolio en complicidad con el ejecutivo y la policía. Varios congresistas ven su integridad amenazada. Una corporación digital censura al alguna vez “líder del mundo libre”. La ocupación dura varias horas, se transmite en vivo por Internet, y finalmente se disgrega sin mayores enfrentamientos. La tensión sin embargo es total, ¿habrá disturbios el día que asuma Biden? ¿Se negará Trump a entregar el mando? Hoy lo sabemos, transcurre en calma.

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Pero la tensión, como el dinosaurio de Monterroso, sigue ahí. Ahí siguen las 81 millones de personas que votaron por lo que creyeron el mal menor, las 74 millones de personas que votaron por el patotero naranja, ahí siguen los conflictos por la muerte de George Floyd, la tensión entre grupos raciales marginalizados y las clases bajas blancas radicalizadas. Allí siguen los grupos supremacistas, paramilitares, conspiranoides o armados como QAnon, Proud boys, NFAC, Anonymus. Un país en la antesala de una guerra civil. O en su simulacro. Hasta hoy un tercio de la población considera a Biden ilegítimo. Por lo demás, no creen en su futuro. No lo dirán de tal modo en sus redes, pero lo dicen sus producciones culturales, sus películas distópicas, apocalípticas en toda su variedad, desde El cuento de la criada a La Purga. El líder de QANON, en su estética guerrera corporiza, como pocos, este drama.

  1. El orden

Volvamos ahora al centenario del PCCh, dejemos de lado las intervenciones artísticas y tecnológicas de los días previos y pongamos la atención en la foto del 1 de julio ¿Qué vemos allí? Un espacio ordenado, bien dispuesto, una alfombra roja que atraviesa un arco coronado por la hoz y el martillo y se dirige al palco. A los costados, como en una gran boda o un masivo concierto de música clásica, miles de personas, sentadas, vestidas por lugares con un único atuendo. Funcionarios, jóvenes, coristas, soldados, marinos, generales, en fin una muestra del pueblo chino y su partido. Porque llueve, cada uno porta un piloto rojo. Durante el acto, cantan las canciones de La internacional, La unidad es la fuerza, Somos los herederos del Comunismo y Un mundo nuevo. Se arrojan globos y salvas de cañón.

Todos se ven entusiasmados, hasta felices, de participar de este momento inusual de la historia china de los últimos siglos. Entonces entra en escena Xi. Vestido con camisa gris, el pelo engominado, la mirada calma y una sonrisa sutil que por momentos no puede ocultar su satisfacción. Su porte recuerda a Mao Zedong. Y da su discurso. Al partido le pide modernizarse, ser capaz de controlarse a sí mismo y de servir a China. A la juventud les pasa la posta, les pide continuar la construcción de un Estado socialista moderno y los jóvenes reciben el mandato con aplausos y sonrisas en los ojos. Al pueblo le promete una férrea defensa frente a los extranjeros. Una muralla de acero de mil cuatrocientas millones de personas que evitarán el retorno de la semicolonia, el feudalismo y la humillación. La ovación es ensordecedora. Imposible no pensar que el mensaje tiene un destinatario específico. Se homenajea a los héroes del pasado, los 50 comunistas que sostuvieran el partido en sus inicios y hoy es un partido que hoy alberga 95 millones de personas.

Imagen: Xinhua

Al mundo, le promete no atacar ni subyugar países, como no lo hicieron hasta hoy. Pax Sinnica, trae Xi como promesa. Líderes de todas partes del mundo envían saludos de admiración y respeto. Como en los tiempos en que los Emperadores acostumbraban su reconocimiento del Mandato del Cielo por sus vecinos.

  1. El contraste

Pues bien he aquí las dos imágenes. De un lado un país dividido, tensionado, cuyas fracturas están abiertas y la bronca brota como pus de ellas. Escépticos sobre su propio futuro, armados, golpeados por la pandemia. Del otro un país unificado, confiado en su futuro, tras el mando de un partido masivo, deseoso de consolidar sus conquistas, conscientes del pasado semicolonial que dejan atrás, unidos por la certeza de saberse pertenecientes a algo más grande, herederos de un legado y poseedores de un mandato. Se dirá que el centenario es una puesta en escena. Lo es, y les ha salido. También la toma del Capitolio fue una puesta en escena, una teatralidad bélica. Pero las teatralidades no son sustitutas de la realidad sino el momento de su manifestación pública.

Se dirá que se elige una imagen de caos para oponerla a una de orden. Se podrá decir que después del Capitolio vino la también ordenada asunción. Si, ordenada pero sin alma, ni espíritu, ni entusiasmo. Ni los propios demócratas sonreían satisfechos ese día. Su sonrisa era tensa. Se dirá que no es tan simple, que no hay aquí argumentaciones económicas ni tecnológicas, ni consideraciones militares. Es cierto, no las hay. Pero un pueblo que se ha determinado a triunfar, se ha organizado, se ha unido tras un liderazgo eficiente y patriota no puede ser derrotado, el triunfo ya es suyo, solo les toca esperar el momento de reclamarlo.

Todo esto parece se puede resumir en la frase de Sun Tzu: “Si tus fuerzas están en orden mientras que las suyas están inmersas en el caos, si tú y tus fuerzas están con ánimo y ellos desmoralizados, entonces, aunque sean más numerosos, puedes entrar en batalla”.