

Al asumir el liderazgo del partido, Jiang era un completo desconocido. Su ascenso al poder sorprendió a propios y ajenos. Deng lo había designado para lidiar con uno de los momentos más críticos en la historia reciente de China. Los acontecimientos de Tiananmen exponían las grietas internas y las presiones externas.
Jiang nació en 1926 en la provincia de Jiangsu, siendo el único de los grandes líderes de China que creció en el contexto de la guerra civil. Su educación fue en gran medida de índole occidental donde las artes, las ciencias y el inglés eran parte importante de la currícula. Sus estudios universitarios transcurrieron en parte durante la ocupación japonesa logrando graduarse en ingeniería en 1947.
Luego de la fundación de la República Popular, Jiang fue seleccionado para un programa de intercambio con la Unión Soviética donde pasa los siguientes dos años, en los que no solo se familiariza con los procesos productivos soviéticos sino que también aprende el idioma y se instruye en gran parte de su cultura.
Al regresar a China, Jiang comienza una exitosa carrera burocrática en los organismos del estado dedicados a la producción y energía. Sus escalas a través de la estructura del estado lo llevan a importantes puestos ministeriales en los que logra conocer a diferentes actores políticos, entre ellos, Deng Xiaoping.
En 1978, con la puesta en marcha de la reforma y apertura, Jiang tuvo un rol determinante en la implementación y ejecución de las zonas económicas especiales. Es su activa participación y su apoyo al pragmatismo de Deng lo que lo catapultó a la alcaldesa de Shanghai en 1985, en donde obtendría su primera y única experiencia de gestión.
La llegada de Jiang a Shanghai sucede un año después de que la ciudad haya sido favorecida con el estatus de Zona Económica Especial. Por lo que su etapa allí se caracterizó por la gestión de grandes volúmenes de inversión extranjera. Pero lo que sin dudas determina su futuro político es su rol activo en las protestas de 1989. Durante este periodo, su liderazgo vaciló entre la diplomacia y la mano dura, logrando que las manifestaciones no tengan el mismo impacto que en Beijing.
Inmediatamente después de las protestas, la comunidad internacional con Estados Unidos a la cabeza, implementó un conjunto de sanciones económicas condenando la reacción del gobierno chino frente a las manifestaciones. En ese contexto, el congreso del partido comunista designa a Jiang, burócrata de carrera con poca experiencia de gestión al frente del partido.
Durante sus años en el poder, Jiang no sólo limpió la imagen de China frente al mundo, sino que también supo lidiar con la caída de la Unión Soviética y el retorno de Hong Kong. A su vez, y no menor, Jiang logró gestionar con éxito el mayor crecimiento económico en la historia de la humanidad.