

La semana pasada el presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador firmó un decreto para la nacionalización de las reservas de litio de su país. Así, se declaró que: “el litio es propiedad de la Nación y su explotación será facultad exclusiva del estado de México”. Un total de 230.000 hectáreas quedan declaradas de titularidad estatal para la explotación de un mineral esencial en la fabricación de baterías eléctricas y, por tanto, clave en la transición energética en un futuro cercano.
Esta medida expone nuevamente las tensiones que hay entre las potencias económicas por el litio. Pese a que México cuenta con importantes reservas de este mineral, la mayor parte del litio del planeta está más al sur. Concretamente, está repartido entre Bolivia, Chile y Argentina. En esta región conocida como el “el triángulo del litio” se concentra el 60 % de las reservas conocidas de este mineral que existen en todo el planeta.
En el resto del mundo, aunque mucho menos, también hay litio. Australia concentra el 5,7%, China el 1,5% y Estados Unidos, el 0,9%. Cantidades muy alejadas de las que se encuentran en el triángulo del litio sudamericano, pero que llevan años provocando importantes movimientos por parte de gobiernos y empresas para tratar de ganar posiciones en una carrera que nadie quiere perder.
Actualmente, las minas de Chile y Argentina operan bajo la iniciativa privada. En el caso de Bolivia, la encargada de hacerlo es la empresa pública YBL ( Yacimientos de Litio Boliviano) que cuenta con el monopolio desde el año 2008. El pasado 20 de enero, el presidente Luis Arce, suscribió al convenio de cooperación con el gran conglomerado chino CBC (formado por las empresas CATL, BRUNP & CMOC), para impulsar el desarrollo y la puesta en marcha de dos nuevas plantas de Extracción Directa de Litio para YLB.
Esta alianza estratégica entre Bolivia y China para el desarrollo de Extracción Directa de Litio (EDL) hizo mover un poco el suelo de la Casa Blanca. Días más tarde, Estados Unidos hizo un fuerte blanqueo de sus intenciones en Latinoamérica mediante las palabras de Laura Richardson , general y jefa el Comando Sur de ese país. La militar estadounidense formalizó una nueva aplicación de la Doctrina Monroe; ”América para los americanos”. “Con todos sus ricos recursos y elementos de tierras raras, tienen el triángulo de litio, que hoy en día es necesario para la tecnología. El 60 % del litio del mundo está en el triángulo de litio: Argentina, Bolivia, Chile”, declaro frente a las cámaras.
Es por eso que esta alianza podría impactar fuertemente en el mercado mundial del litio y en la geopolítica de la transición energética. Inspirados en la experiencia del sector petrolero, el convenio suscrito el pasado 20 de enero establece que los futuros contratos de servicios no podrán en ningún caso comprometer la propiedad 100 por ciento estatal de la cadena extractiva, tal como lo exige el marco legal vigente en el país con la Ley 928 de 2017.
Más allá del mecanismo específico que defina YLB para poder asumir la comercialización del producto y permitir que CBC recupere la inversión realizada, uno de los factores decisivos para que la empresa china aceptara las condiciones del modelo soberano de Bolivia pareciera ser la posibilidad de garantizarse el suministro de litio en el largo plazo.
El otro factor decisivo, en medio de la disputa de China con Estados Unidos, es la posibilidad de desarrollar y escalar la nueva técnica extractiva denominada EDL, utilizando las codiciadas salmueras de Bolivia. No se debe perder de vista las presiones internas al gobierno de Arce por parte de la oposición, mayormente de liberal y de derecha encabezada por el Comité Cívico de Potosí , que tiene a Juan Carlos Zuleta (fugaz interventor de YLB durante el gobierno de facto de Jeanine Añez), para que modifique la ley 928 y permita una privatización parcial del proyecto extractivo.
A veces pensar que conservar y proteger la soberanía nacional sobre las reservas públicas, nos parece que solo se remonta para con las potencias extranjeras, pero en el caso de Bolivia no se pueden perder de vista los problemas internos y la escalada de violencia y polarización que vive la región con el reciente intento de golpe de estado a Lula da Silva en Brasil. En Bolivia puede analizarse desde los reiterados enfrentamientos armados que tuvo el gobierno de Arce con la derecha cruceña desde la vuelta de la democracia a fines de 2020, sumado al antecedente reciente del golpe de Estado a Evo Morales en noviembre de 2019; donde está implicada gran parte de la oposición de Santa Cruz y otras regiones, junto con Estados Unidos y el gobierno argentino de Mauricio Macri, entre otros.
Vale mencionar que aunque Bolivia y México tengan políticas de tintes similares en cuanto a la defensa de sus recursos naturales, no necesariamente están en constante concordancia geopolítica. Un ejemplo de ello fue que durante la resolución de la ONU del “cese de hostilidades” de la guerra entre Rusia-Ucrania, México Voto a favor de la resolución, mientras que Bolivia se abstuvo.
Por el lado de México, su presidente Manuel López Obrador indicó que “lo que estamos haciendo ahora, guardadas las proporciones y en otro tiempo, es nacionalizar el litio para que no lo puedan explotar extranjeros, ni de Rusia, ni de China, ni de Estados Unidos”. Así, reiteró que “el litio será un mineral estratégico para el futuro de la tecnología en el mundo, y por ello decidió que su explotación sea facultad exclusiva del Estado”.
La medida establece que no se van a retirar las concesiones ya otorgadas, línea que beneficia a la empresa china Ganfeng Lithium que cuenta con el proyecto de exploración más avanzado en la región. La firma del decreto viene a completar el proceso que el gobierno comenzó en abril del año pasado, cuando consiguió una modificación de la Ley Minera que reconocía al litio como un recurso exclusivo del pueblo de México y determinó que la exploración, explotación, beneficio y aprovechamiento quede a cargo del Estado a través de la creación de LitioMx, empresa pública a cargo de la Secretaría de Energía.
Esto cristaliza como López Obrador toma distancia de China y de Rusia en sus discursos y sus acciones, bajo una línea de tercera posición en la geopolítica. También hay otros países que toman más partido en esta disputa. De igual manera, dichas acciones en defensa de los recursos naturales van asentando varios posicionamientos hacia el futuro que ponen en cuestión seguir bajo la órbita de influencia de EE.UU. y occidente, y otras que abren la posibilidad de la transición hacia un mundo donde prime la multipolaridad, el desarrollo común y el respeto entre los pueblos.
Más allá de estas marcadas diferencias, estas medidas tienen una gran importancia simbólica en este contexto disputa comercial, donde cada vez más países están planteando una defensa soberana de sus recursos y un desarrollo económico más independiente. En este marco, China no deja de ser un actor central en el mercado de los recursos naturales, y lo hace adaptándose a las reglas comerciales de cada país, sin interferir en las decisiones de como los gobiernos deben manejar sus recursos naturales.
Para EE.UU. el asunto del litio y el liderazgo que asume China en esta área, constituye una cuestión de seguridad nacional, en el actual contexto de guerra comercial entre ambos países. Esto ubica a Argentina y su región, en el ojo del huracán de la puja que se da entre ambas potencias en torno a un esquema de negocios que incluye además del litio, el complejo minero-hidrocarburífero con Vaca Muerta a la cabeza y el de la energía hidroeléctrica.
Desde el Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS) de Washington, realizaron un informe en el que ponen como eje ir por el litio argentino porque es el más desregulado de la región. Advierten además que, de no tomar medidas concretas, es posible que para el 2030 exista una posible escasez global del litio, momento en el que China controlará el 80% de la cadena de producción