La República Popular China: 72 años de un país joven
Foto: Xinhua
Su fundación el 1 de octubre de 1949 marca un mojón histórico a lo largo de los miles de años de vida del mundo chino. Luego de 72 años su gobierno se propone el rejuvenecimiento de China como uno de sus principales desafíos para las próximas décadas.

China como país más joven que EE.UU.

La fundación de la República Popular de China se suele entender como una continuidad de la historia china pasada por una revolución pero no fue así para la cosmovisión predominante de quienes la protagonizaron. Algunas anécdotas del libro On China de Henry Kissinger (2011) así lo demuestran. El entonces consejero de seguridad nacional de Estados Unidos llegó a Beijing en 1971 luego de dos décadas de enfrentamientos y de congelamiento de relaciones diplomáticas. Pensó estar ante una cultura milenaria que se pararía desde ese lugar para dialogar ante una nueva potencia como lo era Estados Unidos.

Kissinger recuerda que Mao no se paraba desde la cosmovisión de conductor de un país milenario. El norteamericano, portador de una gran erudición, en una conversación le reconoció la gran historia de la civilización china pero Mao lo cortó relativizando ese dato al hablar de que muchas otras civilizaciones tenían miles de años.

El entonces consejero de seguridad de Nixon recuerda que esa cosmovisión de la historia china no era exclusividad del principal dirigente de la República Popular. Zhou Enlai le diría: “Somos dos países situados en los dos extremos del océano pacífico: el vuestro, con una historia de doscientos años, el nuestro tan solo veintidós años […] por consiguiente, nuestro país es más joven”. El primer ministro y referente para asuntos internacionales de la República Popular confirmaba el valor que se le daba a la juventud del país.

Henry Kissinger y Zhou Enlai en 1971 en Beijing. Foto: White House Photo

Efectivamente la República Popular fue ideada bajo el concepto de que un siglo de oprobio extranjero y los malos gobiernos locales habían terminado. Las enormes dimensiones de los desastres que atravesaron al país entre la primera guerra del opio en 1839 y el escape del Kuomintang a Taiwán en 1949 quedan en la prehistoria del nuevo país fundado por los comunistas y los partidos aliados. Por cierto que es una prehistoria a la que se tiene muy presente desde sus primeros pasos como cuando Son Qing ling, viuda de Sun Yat-sen, fue nombrada como vicepresidenta en el momento del a fundación de la nueva República. También lo estará para apelar a la memoria ante los distintos sucesos de la República Popular como cuando se reivindicó la rebelión de los Boxers durante la Revolución Cultural, se recordaron las capitulaciones de Chiang Kai-Shek o actualmente se construye memoria sobre las masacres japonesas en las principales ciudades del país.

Las revoluciones y continuidades ante una historia milenaria

Mao, como líder de la República Popular, buscó terminar con las tradiciones chinas como siquiera lo habían emprendido los mongoles y los manchúes con sus dinastías que se imponían sobre la etnia Han (mayoritaria en el territorio chino). Al poco tiempo de fundada la nueva república se aprobó una ley de divorcio que terminaba con los matrimonios concertados y permitía la libre elección de las mujeres. La reforma agraria impulsada por los comunistas desde antes de su triunfo sobre el Kuomintang ya habilitaban la propiedad de la tierra en manos de mujeres. En los primeros años de la revolución las mujeres vestían igual que los hombres para evitar distinciones en el mundo laboral. A pesar de todas las desigualdades de género que se mantienen en la República Popular es preciso reconocer que en un país dónde hasta solo unas décadas atrás se mantenía la tradición del vendaje de pies para las mujeres la ley de divorcio fue uno de los hechos más revolucionarios de la historia china.

La disciplina moral en contra de la corrupción, la burocracia y la moral tradicional convivió con transformaciones demográficas y de calidad de vida inimaginables pocas décadas atrás durante los primeros años de la República Popular. En 1949 solo 57 millones de chinos vivían en áreas urbanas y en 1957 llegarían a 100 millones. La proliferación de nuevos graduados en educación media incrementó la demanda de educación superior de los hijos de trabajadores y campesinos. En lugar de promoverse la cultura milenaria de china o la cultura liberal occidental se optó principalmente un modelo en dónde predomina la técnica y la ciencia como herramienta para alcanzar el comunismo.

Mao dando su discurso en la fundación de la República Popular China el 1 de octubre de 1949. Foto: Xinhua.

La colectivización de la economía, la concentración de poder en el estado y las grandes aspiraciones de crecimiento económico a las que apostó el maoísmo según el historiador francés Jacques Gernet pueden también entenderse a partir de la historia y la cultura china. Pero, en lugar de entenderse como una ruptura puede verse como una continuidad. Según él, las aspiraciones revolucionarias, igualitaristas y utópicas de la tradición china parecen haber seguido inspirando a los dirigentes de la nueva China. También destaca que el sentido de la organización, la disciplina colectiva, el adoctrinamiento, las obras públicas de dimensiones gigantescas e incluso el paso tan sorprendente del caos y la anarquía al orden no son cosas tan nuevas en China.

El comunismo como proyecto encontró en China una histórica con la que tuvo grandes rupturas y también continuidades. Los dirigentes del comunistas se asumieron como modernizadores de una república naciente pero que enfrentaban a una cultura tradicional conservadora de la cual pretendían abolir una buena parte aunque también en su historia podrían encontrar destellos de igualitarismo radical como el que los mismos Taiping habían desplegado con su rebelión un siglo atrás.

El rejuvenecimiento que sigue proponiendo Xi Jinping

La República Popular con el maoísmo no evitó oscilar entre garantizar el orden y momentos caóticos. Estuvo marcado por grandes éxitos económicos y una estabilidad política que ningún otro grupo dirigente había logrado en el último siglo. Pero también estuvo signado por grandes desastres económicos y humanitarios como el Gran Salto Adelante o el caos político durante la Revolución Cultural.

El aporte de la milenaria historia China, del siglo del oprobio y las primeras décadas de la República Popular China son indispensables para entender relativamente el funcionamiento y las aspiraciones actuales de la República Popular. El miedo al caos en la sociedad China tiene una historia larga (con la caída de imperios, invasiones de otras étnicas, etc.) y una historia corta que amenaza a la población con sumergirla en desastres de guerra civiles y hambrunas. Así debe entenderse por qué el orden busca ser una de las principales garantías que pueden ofrecer los dirigentes comunistas chinos a su población. Cualquier incitación a la rebeldía más que asociarse a la conquista de derechos como suele suceder en países occidentales en China se puede asociar al miedo a perder lo que se tiene (que cada vez es más).

La historia China es fascinante y debería ser revisitada más habitualmente para entender los posicionamientos de sus dirigentes en la actualidad. Muchos hechos que parecen arbitrarios o fortuitos se explican de manera lógica y racional a partir de los sucesos que impregnan a su sociedad hace siglos. El desconocimiento general de la historia china es una debilidad de la mayoría de los analistas occidentales que pretenden poner a China y a su gobierno bajo etiquetas ajenas a la lógica de  su proceder. Cuando se habla de “dictadura comunista” como en la URSS o de “imperialismo” como si se tratara de marines norteamericanos desembarcando en Centroamérica no solo se demuestra el anacronismo de los análisis sino la ignorancia de la historia china.

Xi Jinping en el su discurso del 1 de julio de 2021 en el centenario del PCCh. Foto: Xinhua.

El valor de la armonía, la estabilidad y orden se resaltan en las aspiraciones para lograr un futuro próspero para su población. El Reino del Medio como concepción fue destruido a cañonazos por Gran Bretaña, loteado por potencias occidentales y masacrado por parte de sus vecinos japoneses. Ahora China aspira a recuperar la paz y el respeto del mundo entero. Estos objetivos son parte del sueño chino que el presidente Xi Jinping le propone a su pueblo.

Este nuevo sueño chino, asociado al objetivo de alcanzar un país “socialista y moderno” en el centenario de la fundación de la República Popular, no es otra cosa que el rejuvenecimiento de China. En uno de sus primeros discursos como secretario general del Partido Comunista, en noviembre de 2019, Xi Jinping declaró: “En mi opinión, alcanzar en rejuvenecimiento de la nación China ha sido el gran sueño del pueblo chino desde el advenimiento de los tiempos modernos. Este sueño encarna la esperanza largamente deseada de generaciones, la expresión de los intereses generales y representa la aspiración compartida de todos los hijos e hijas del pueblo y la nación china”.