

Kai-Fu Lee es uno de los desarrolladores tecnológico más relevantes de las últimas décadas habiendo integrado las primeras líneas de Apple, Microsoft y Google en el pasado. Su origen taiwanés, sus estudios en Estados Unidos, sus trabajos en las principales empresas norteamericanas y su posterior desarrollo conduciendo Sinovation Ventures desde Beijing lo hacen uno de los principales conocedores en torno al desarrollo de la inteligencia artificial tanto en Estados Unidos como en China.
En su excelente libro Superpotencias de la Inteligencia Artificial el tecnólogo relata algunos de los hitos que hicieron que el desarrollo de la inteligencia artificial logre cambios sustanciales en China. Uno de esos momentos se dio en mayo del 2017 cuando Ke Jie, que se posicionaba como el mejor jugador de Go en el mundo, fue derrotado por el programa AlphaGo. Kai-Fu sostiene que desde China se vivió como el “momento Sputnik” en Estados Unidos cuando la Unión Soviética en 1957 logró poner en orbita su primer satélite. Semejante conmoción llegó a que desde el gobierno y las empresas del país se multipliquen la inversión y los esfuerzos que ya se venían llevando a cabo para lograr avances en el desarrollo de la inteligencia artificial (IA).
Kai-Fu es un conocedor de primera mano de la subestimación de las empresas estadounidenses y de los científicos de Silicon Valley sobre el desarrollo científico chino. Recuerda anécdotas de cómo otros ejecutivos se reían de las copias de los primeros smartphones y la debilidad del desarrollo en ese país cuando dirigía Google en China. El desconocimiento de la historia reciente y la cultura oriental evitó que durante décadas los científicos y empresarios que lideraron los principales cambios tecnológicos de nuestra época comprendieran la dinámica del país asiático.
Con el correr de los años la brecha ligada al capital humano (centrada en los investigadores científicos) que era gigantesca algunas décadas atrás se fue cerrando. Mientras los científicos chinos leían bajo los faroles de las calles libros desactualizados los científicos del valle californiano ya contaban con las mejores instalaciones de las principales empresas informáticas del mundo. Pero tanto la inversión estatal como la enorme capacidad de estudio y adaptación de los jóvenes chinos permitieron que la distancia actualmente sea menor. Además, según Kai-Fu, la ventaja de contar con la élite global de investigadores ya no es tan importante como lo fue décadas atrás sino que actualmente el principal valor a maximizar que se vincula con el desarrollo de la IA son los datos. Y, en ese carril de la competencia, China que es considerada la Arabia Saudita de los datos, lleva la delantera con amplia ventaja al contar en su país con más usuarios de internet que todo Estados Unidos y Europa juntos.
Otro de los factores que demuestran la superioridad actual y potencial del ecosistema tecnológico chino sobre el de Silicon Valley estuvo reflejado en los intentos de las ya tradicionales empresas de origen norteamericano de imponerse en el mercado asiático. Durante las primeras décadas de este siglo Google, E-Bay, Apple y otras empresas consideraron que sus ventajas tecnológicas y financieras fácilmente le permitirían imponerse en el mercado chino. Pero esto no fue así. En los primeros años los directivos de estas empresas se burlaban de las copias de baja calidad chinas pero con el correr de los años estas empresas locales se terminaron imponiendo en el mercado desplazándolas. Actualmente en China Didi se impuso por completo a Uber, Alibaba a E-bay, Weibo a Twitter, Baidu a Google, y el ecosistema creado por WeChat (y Tencent) casi no tiene comparación con las dimensiones de empresa como Facebook en otros países.
Kai-Fu, que conoce de primera mano las experiencias de esta competencia liderando proyectos desde ambos lados, lejos de buscar el fundamento en supuestas restricciones a las empresas extranjeras por parte del gobierno tal como se suele señalar en los medios de comunicación occidentales, destaca particularidades del ambiente de negocios de ese país al que estas empresas no supieron adaptarse. Cada especificidad del mercado chino se transformó en una oportunidad y en una ventaja para que las empresas de ese país logren potenciar sus golpes a las empresas norteamericanas.
En este libro se destaca específicamente un aspecto poco tenido en cuenta desde afuera de China y que se vincula con el enorme ambiente de competitividad entre científicos y empresas de ese país. Conociendo el ambiente de Silicon Valley y el de Zhongguancun en Beijing donde tienen sede las principales empresas chinas Kai-Fu no duda en señalar que las disputas en el país asiático tienen una belicosidad mucho más alta. Al haber menos regulaciones, menos prejuicios en torno al valor peyorativo de copiar o imitar la innovación del competidor, una mayor ética del trabajo y la firme conciencia de que se trata de un mercado sumamente vertiginoso donde los pocos ganadores se llevan casi todo, las disputas entre las tecnológicas chinas son mayores que las que se dan en Estados Unidos.
Si se tienen en cuenta los relatos del libro Superpotencias de la inteligencia artificial que describen el mercado chino de la inteligencia artificial como un coliseo donde mueren y triunfan gladiadores todos los días series como Billions y Succesion o películas como El lobo de Wall Street parecen comedias. Las copias agresivas de productos, el espionaje empresarial, montajes judiciales entre directivos de empresas, propaganda engañosa, trabajo a destajo de científicos, recortes de precios abusivos y tantas otras prácticas despiadas que favorecen al desarrollo de la IA en el país contrastan con las imágenes de los trabajadores de las empresas tecnológicas norteamericanas jugando al ping-pong en sus recreos o durmiendo sus siestas luego de comer en hermosas oficinas vidriadas. Kai-Fu sostiene que: “Estados Unidos corporativo no está preparado para esta ola global de emprendimiento chino”. Esos que parecían inocentes e ingenuos imitadores chinos décadas atrás en realidad eran gladiadores construyendo un coliseo al que las tecnológicas norteamericanas ya ni se animan a volver.
Las empresas chinas resultaron mucho más flexibles a los proyectos de la inteligencia artificial y más adaptadas a la volatilidad de una lucha guiada por valores mercantiles que las norteamericanas. Según Kai-Fu esta actitud debe ir a buscarse en las raíces culturales e históricas de China que están profundamente arraigas en los valores de la educación china. Las antiguas tradiciones que apelaban a la memorización de textos antiguos entre la burocracia imperial contrastan con la búsqueda de la verdad occidental que tiene su gran mentor en Sócrates. La valoración de la imitación que en occidente genera vergüenza por sobre la permanente estimulación de la creatividad es una de las razones de la superioridad china en disputa por los últimos avances en la inteligencia artificial.
Así también un pasado histórico reciente deja huellas en las formas de encarar esta disputa. Mientras el desarrollo científico norteamericano en estas áreas estuvo ligado a misiones futuristas del siglo pasado como lo fueron las posibles disputas espaciales con la Unión Soviética u horizontes utópicos colectivistas, en China durante esas décadas el hambre y la pobreza eran moneda corriente. Por eso Kai-Fu destaca que mientras a unos lo guían “misiones” a los otros los guía “ganar dinero”. A partir del predominio de la lógica mercantil y estos miedos del pasado los proyectos en el país asiáticos son más flexibles y se adaptan mejor a nuevos cambios que los proyectos norteamericanos.
La propensión cultural a la imitación y la memoria reciente de la escases que habilita una mayor capacidad de adaptación son para Kai-Fu los principales factores que reiteradamente les permiten afirmar que: “La hábil aplicación de la IA será la mayor oportunidad que China tendrá para alcanzar -y posiblemente superar- a Estados Unidos”.
Además de estas diferencias culturales e históricas que explican el éxito de las startups chinas señala el gran cambio en los últimos años en China con el gobierno de Xi Jinping. Si bien Zhongguancun en Beijing como centro tecnológico tiene un impulso que precede a los actuales gobernantes es preciso destacar que la campaña “Espíritu empresarial e innovación masiva” impulsada desde 2014 tuvo enormes repercusiones en otra de las grandes ventajas de China sobre Estados Unidos en el desarrollo de la inteligencia artificial. Desde entonces el Estado chino en la mayoría de sus niveles (municipales, regionales, ministeriales, etc.) ha tomado el desafío de invertir y potenciar al sector. En este libro contemporáneo al gobierno de Trump se contrastan estas políticas con la decisión de esa administración de recortar la investigación en IA o con programas anteriores de la administración Obama que no repercutían en niveles inferiores del Estado norteamericano.
Desde 2014 Zhongguancun, que se lo solía considerar como el “Silicon Valley de China”, se multiplicó en las más diversas ciudades del país dando lugar a programas que financiaban con recursos estatales la instalación de miles de nuevas empresas informáticas, el desarrollo de ciudades inteligentes o centros de investigación. El decidido apoyo estatal a estos proyectos no solo brindó una capacidad de planificación sin igual en otras partes del mundo sino que además según Kai-Fu desinhibió las capacidad exploratoria de una gran cantidad de jóvenes en el país que tiempo atrás eran hasta reprimidos por sus padres por buscar trabajar en un sector con tantos riesgos.
Kai-Fu Lee reiteradamente cita que la consultora PriceWaterhouseCoopers estima que el despliegue de la IA aportará 15,7 billones de dólares al PIB mundial para 2030 de los cuales China se quedara con 7 y Estados Unidos 3,7. Luego de su análisis sobre las diferencias comparativas que fortalecen a China sobre Estados Unidos en el desarrollo de la IA lleva adelante profundas críticas tanto al “tecnoutilitarismo” que predomina en China en torno a esta industria y destaca la necesidad de implementar decisiones que reviertan las consecuencias de la perdida de empleos que se generan y la creciente desigualdad .
En los últimos capítulos del libro Kai-Fu destaca la gran transformación civilizatoria a la que nos lleva el desarrollo de la IA intentando superar los análisis utópicos o distópicos predominantes y tratando de proponer alternativas ante las consecuencias negativas que se generan. Según su perspectiva la crisis de empleo es prácticamente inevitable más allá de las cifras que pueden rondar entre el 20% y el 25% de los empleos actuales de economías como la de EE.UU.. También se trata de comprender el cambio que habrá en torno a los empleos ya existentes y como es preciso superar la identidad personal asociada a un trabajo específico tal como sucedió durante siglos. La perspectiva humanista de Kai-Fu surge de una reflexión personal de su experiencia y de los altísimos niveles de exigencia sumamente dañinos que lo acompañaron a lo largo de toda su carrera científica. En esta perspectiva se plantea como necesaria la superación de la maximización permanente a la que apelan los valores mercantiles para evitar niveles superiores de deshumanización. Si esto no se revierte la IA que surgió a partir del intento de reemplazar funciones de la mente humana solo colaborará para dañar seriamente aquello que la IA nunca alcanzará: nuestra humanidad con su propia sensibilidad y nuestra capacidad de libre albedrio.
Otro de los grandes daños tendenciales que genera el desarrollo de la IA para Kai-Fu es la creación de una élite que incluso profundizara la famosa ruptura entre el 1% y el 99% de la población mundial de la que tanto se habla actualmente. Según sus análisis se corre el riesgo sistemático de profundizar en economías desarrolladas un fenómeno relativamente inédito con millones de desempleados excluidos sistemáticamente del funcionamiento permanente de la economía reemplazados por algoritmos y robots.
Kai-Fu, que por cierto no es ningún ludita, se opone a la élite tecnológica de tecno-optimistas que predomina en su país cuyos pronósticos anuncian que el gran despliegue tecnológico de los últimos años traerá por sí prosperidad común. Y, en su “plan para la coexistencia del hombre con la IA” al final de su libro, plantea que incluso propuestas innovadoras que surgen desde Silicon Valley como la creación de una renta básica universal que evite el empobrecimiento de una parte excluida de la sociedad sería insuficiente para enfrentar los cambios laborales y la desigualdad que promueve el desarrollo actual de la IA. Medidas que garanticen un piso de ingresos por más que se financien con la rentabilidad de grandes empresas no evitarían la consolidación de una super élite ni modificarían la lógica que despliega el desarrollo tecnológico.
Desde su perspectiva una renta básica universal vendría a ser como una “varita mágica” o un analgésico que permita a la industria seguir trabajando sin remordimientos. Vendría a ser una solución de naturaleza propia de un liberalismo individual que no deja de considerar a los demás seres humanos como números sin promover la construcción de una comunidad más humana.
La propuesta de Kai-Fu se focaliza en enfrentar la futura desidentificación con el trabajo de las personas apostando a una humanización que responda a un profundo cambio cultural. En esta perspectiva las políticas gubernamentales serían imprescindibles para crear y poder revalorizar monetariamente trabajos necesarios que no son valorados así por el mercado. Así como en muchos casos el mercado tuvo que empezar a reconocer el trabajo de los recicladores, será imprescindible que lo mismo suceda con tareas “prosociales” como la educación, el cuidado de niños o ancianos y servicios comunitarios. Este tipo de ingresos en lugar de ser una renta básica universal debería considerarse según Kai-Fu un “estipendio de inversión social”.
Las próximas décadas en las que presenciaremos un cambio civilizatorio contaran con una gran creación de riqueza. Y así como en cada sociedad existirá el desafío de enfrentar el desempleo y la desigualdad superando el individualismo y construyendo comunidades más humanas en términos geopolíticos se plantea un desafío similar. Según Kai-Fu se debe entender que la competencia entre Estados Unidos y China, con sus empresas mediante, no debe ser entendida en términos de una nueva guerra fría que tendrá un solo vencedor sino que la IA debe tener un propósito creador más similar a las primeras exportaciones de máquinas de vapor o los aprendizajes que hubo a través de la vieja ruta de la seda que a una carrera armamentística.
El libro Superpotencias de la Inteligencia Artificial que explica las potencialidades que fortalecen más a China que a EE.UU. termina siendo efectivamente un llamado de Kai-Fu a cambiar la lógica global de la competencia en la IA para evitar daños para el conjunto de la humanidad.