El mes 7 del calendario lunar (el cual coincide en gran parte con el mes de agosto) es considerado un período con gran actividad espiritual, ya que se cree que muchos de aquellos que pasaron a mejor vida visitan a sus descendientes. Por ello es necesario realizar ritos para dar paz a los antepasados y evitar que la energía vital de los vivos se vea afectada negativamente.
En Hunan, Hong Kong y Taiwán, por su gran cantidad de templos y población tanto taoísta como budista, esta celebración tiene una relevancia mayor que en el resto de China, incluso la consideran más importante que el festival de Qingming. Países vecinos como Singapur, Malasia, Indonesia, Vietnam, Corea y Japón también celebran este día, que este año corresponde con el domingo 22 de agosto.
La antigua historia que le dio origen es la siguiente: un monje llamado Mulian pide a Buda que ayude a su madre en el más allá. Ella estaba muy hambrienta, pero como ya era un fantasma, no podía comer. De modo que, Buda ordena a Mulian realizar ofrendas de comida y túnicas nuevas a los monjes como paliativo. Agradecidos por los regalos, los monjes rezaron por la madre de Mulian, quien se reencarnó en humana, poniendo fin al hambre que padecía.
En la forma más tradicional de celebrar esta fecha, se conservan varios aspectos nombrados en la historia. Uno de ellos es la elaboración de comidas, generalmente vegetarianas, que son servidas en sillas vacías para que los antepasados puedan sentarse y comer, ya que los espíritus hambrientos son incapaces de lograr la reencarnación y permanecen merodeando entre el plano terrenal y espiritual. Igualmente, es común que las personas participen de actividades culturales como visitar galerías de arte y tiendas de libros. También se organizan espectáculos de ópera china, dejando siempre una fila vacía adelante para los espíritus. Se quema dinero falso de papel, e incluso se pueden conseguir elementos de lujo de papel, como teléfonos celulares, relojes, autos y yates. De esta forma los muertos también podrán disfrutar de ellos en el otro mundo.

Durante todo el mes (desde el 8 de agosto al 6 de septiembre) debe evitarse utilizar vestimentas de color rojo, ya que atrae a los espíritus y se corre el riesgo de ser poseído por ellos. No se pueden matar insectos ya que alguno podría tratarse de algún antepasado corporizado. Tampoco se renueva la casa, puesto que los posibles cambios pueden provocar el enojo de los espíritus de aquellos que vivieron en el lugar (por supuesto en el caso de que no les agraden dichos cambios).
Otras consideraciones: no colgar la ropa afuera durante la noche, ya que pueden ser tomadas en préstamo por cualquier fantasma que pase y deje rastros de su desafortunada aura; no apoyarse en muros de callejones angostos ya que también emanan ese aura; no tomar el último tren o colectivo (varias películas nos han mostrado el porqué); no dejar zapatos o pantuflas apuntando hacia la cama, ya que los espíritus podrían usarlas (este tabú se practica el resto del año también). Tomarse una fotografía de noche puede llevar a que atrapemos un fantasma en ella y la mala suerte. Silbar en la noche puede atraer a los fantasmas, asustándote por haber perturbado la calma. Depilarse las piernas puede debilitar nuestra protección contra fantasmas vengativos, dando pie al dicho “un pelo ahuyenta tres fantasmas” (一根腿毛管三只鬼); tampoco se puede apoyar la mano sobre el hombro de otra persona porque estaríamos “apagando” fuegos espirituales que lo protegen de los espíritus.
Existen otras creencias y tabúes que se respetan durante el transcurso de este mes fantasmal, algunas muy peculiares por cierto, aunque incluso los menos creyentes no se atreven a trasgredir.