

El 29 de abril pasado, la República Popular China lanzó al espacio el módulo central Tiān Hé (“Armonía de los Cielos”) de su futura Estación Espacial Tiāngōng (“Palacio celestial”). De este modo, el gigante asiático inicia una serie de lanzamientos que persiguen el objetivo de completar la construcción de una Estación Espacial propia a finales de 2022, la cual se espera que esté en pleno funcionamiento en 2023.
Según el informe del Centro de Control Aeroespacial de Beijing, el cohete Long March 5B-Y2 envió con precisión el módulo central a la órbita establecida, y los paneles solares a bordo de la nave se desplegaron y funcionaron normalmente. En los próximos meses, China proseguirá con el lanzamiento de las partes restantes de la futura Estación Espacial: los Módulos de cabina de laboratorio (Meng Tian I y II), la nave tripulada Shenzhou y la nave de carga Tian Zhou, encargada del transporte de suministros y servicios de laboratorio a la estación espacial.
El relato del “cohete chino”, sinofobia e infodemia
La mayor parte de los medios de comunicación occidentales hicieron eje en la noticia del “cohete chino” que “caía sin control” desde el espacio. Las noticias pusieron el foco en los restos del Long March 5B-Y2, el cual, luego de propulsar el módulo central Tiān Hé hacia el espacio exterior, retornó al espacio terrestre.
Las noticias occidentales viralizaron la idea de que el “cohete chino” caía “sin control” desde el espacio, sugiriendo (y a veces afirmándolo explícitamente) la irresponsabilidad de los científicos chinos, que no pudieron controlar la caída de los restos del cohete. De este modo, desde los medios se afirmaba que el “cohete chino” podía caer en cualquier parte del mundo; después se dijo que podía caer entre los paralelos 40° norte y sur (una superficie de casi el 70% del planeta), y se llegó a decir que podía caer en Argentina o Chile. Además, los medios afirmaban que no podía saberse donde iba a caer el cohete “hasta unas horas antes”, por lo que sugerían una gran incertidumbre intentando incentivar el miedo en la población: “puede caer en cualquier lado, hasta en el techo de tu casa, pero no lo vas a saber hasta unos minutos antes de que caiga”. Por otra parte, los “responsables serios” encargados dar información sobre las novedades del “cohete chino” eran el Pentágono y la NASA, dos agencias estadounidenses, junto con algunas agencias europeas y japonesas.
Finalmente, como siempre lo habían afirmado los científicos chinos, escasamente difundidos en medios occidentales, el “cohete chino” cayó en aguas internacionales, en el Océano Índico, cerca de las Islas Maldivas. No cayó encima de ninguna casa, ni siquiera cayo en tierra. Al fin y al cabo, no estaba tan “fuera de control” como los medios occidentales instalaron deliberadamente.
Disputas geopolíticas en el espacio exterior
Una Estación Espacial es una construcción artificial diseñada para hacer actividades en el espacio exterior, ya sea con fines de investigación, experimentación, inteligencia, etc. Por su diseño, las estaciones espaciales están destinadas a orbitar la Tierra (o el cuerpo celeste donde hayan sido puestas en órbita).
Hasta la fecha, existe una sola Estación Espacial con presencia humana permanente, la llamada “Estación Espacial Internacional” (EEI). La misma fue puesta en funcionamiento en el año 1998, y se encuentra bajo la co-administración de Estados Unidos, Rusia, Japón y varios países europeos. China solicitó reiteradamente ser parte de la EEI, pero su participación ha sido vetada en varias oportunidades por los Estados Unidos.
Si bien la Estación Espacial proyectada por China tendrá solo un quinto del tamaño de la EEI, su puesta en funcionamiento representa una ampliación de los Estados con presencia en el Espacio Exterior. A su vez, indica que China ya cuenta con la tecnología para poner en órbita una EEI individualmente, algo que hasta ahora solo habían hecho Estados Unidos y la Unión Soviética.
A su vez, se proyecta que la EEI tiene una vida útil de 25 años, por lo que se espera que quede obsoleta y tenga que ser reentrada a tierra en 2024, aunque la NASA pretende extender su vida útil de cuatro a seis años más (2028 o 2030). Para ese momento, la estación China sería la única orbitando la tierra con presencia humana permanente.
El hecho de que China ponga en funcionamiento una Estación Espacial representa un golpe a la actual situación geoespacial. Si bien distintos analistas consideran a la EEI como un ejemplo de multilateralidad en el espacio exterior, la realidad es que la EEI actualmente está bajo el mando de las potencias del G7, con una supremacía de la NASA en el financiamiento y en la toma de decisiones, y en la capacidad de vetar la posibilidad de que otros países emergentes y en desarrollo participen de la misma. De hecho, Rusia ya anunció que no continuará su participación en la EEI a partir de 2024.
China, en tanto, ha anunciado que abrirá su Estación Espacial no solo a los países emergentes y en desarrollo para la realización de experimentos e investigaciones conjuntas, sino que permitirá a la Organización para las Naciones Unidas proponer proyectos para realizar en la Estación. En este sentido, el 28 de mayo de 2019, la Agencia Espacial Tripulada China (CMSA) y la Oficina de las Naciones Unidas para Asuntos del Espacio Ultraterrestre (UNOOSA) anunciaron los primeros seis experimentos internacionales que volarán en la próxima estación espacial china permanente.
El programa espacial chino
El programa espacial chino data de 1992, cuando una comisión del gobierno chino comenzó a reclutar candidatos para la Fuerza Aérea del Ejército Popular de Liberación para el cuerpo de astronautas. En 1993, se creó la Administración Espacial Nacional, en conjunto con la Corporación de Ciencia y Tecnología Aeroespacial. A estos organismos se les encomendó la tarea de diseñar y fabricar naves espaciales.
El programa espacial chino se dividió en 3 fases: la primera, con el objetivo de enviar astronautas al espacio y traerlos nuevamente a tierra. Fue en 2003 cuando China logó enviar su primera nave tripulada al espacio. La segunda fase consistió en promover técnicas de vuelo en el espacio y promover el acoplamiento orbital para desarrollar una Estación Espacial. En esta fase, se lanzaron las naves Tiangong 1 (2011) y Tiangong 2 (2016). La tercera etapa consiste en ensamblar y construir una Estación Espacial en la órbita terrestre. Para esto, en mayo de 2020 se lanzó el vuelo inaugural del cohete portador Gran Marcha 5B, utilizado para lanzar los módulos de la Estación Espacial.
China se propuso construir su propia estación espacial después de que los Estados Unidos vetaran su participación en la Estación Espacial Internacional. Se prevé que la Estación Espacial china tenga una vida útil de unos 15 años.
La apuesta de China por el espacio exterior
La puesta en funcionamiento de la Estación Espacial china expuso que las reconfiguraciones geopolíticas a nivel internacional trascienden los aspectos meramente económicos, políticos y geopolíticos, abarcando nuevas dimensiones como lo tecnológico, lo digital y, en este caso lo espacial. La disputa por la multipolaridad, a su vez, se desenvuelve desde los océanos (donde China ha proyectado la Ruta de la Seda Marítima), el Polo Norte y Océano Ártico, la Antártida, y ahora también el espacio ultraterrestre.
En los últimos años, China ha acelerado la carrera espacial, obteniendo grandes resultados. En este sentido, podemos considerar la plantación y germinación exitosa de arroz, algodón y otras semillas en la Luna, el reciente viaje a su cara oculta, el descenso de una zonda en el planeta Marte y la proyección de la construcción de una Estación Lunas Científica Internacional en conjunto con Rusia.
Todos estas acciones se enmarcan una agudización de las disputas geopolíticas, en el marco de una tendencial transición hacia la multipolaridad, donde China tiene cada vez mayor presencia y protagonismo.