

La Ciudad de Tongren, en la Provincia de Qinghai, es guardiana de un legado cultural que data, por lo menos, del siglo décimo. En su paisaje se despliegan docenas de academias de arte Thangka, y la pueblan familias enteras dedicadas a esta tradición artística.
Las pinturas Thangka son realizadas en rollos de algodón o papel y cubiertas en seda con minerales orgánicos y los pigmentos utilizados pueden derivar del coral, zafiro, perlas, oro, ágata y otras fuentes que permitan que los colores resistan el paso de los siglos. Su popularidad se extiende desde Nepal hasta el Tíbet y otras regiones al noroeste de China
En su origen se trató de pinturas religiosas y se ha conocido a esta tradición como “arte de la iluminación”. Sus motivos están vinculados al budismo, retratando al Buda Shakyamuni, imágenes de avatares o representaciones divinas como los Bodhisattvas. Entre estas, la más popular es la representación de la diosa Tara, pasajes de enseñanzas budistas, mandalas o la rueda de la vida representando el ciclo de reencarnación. Su uso también estaba vinculado a la espiritualidad, usualmente decorando altares, templos o sitios de meditación. Hoy en día, son también una elección popular para la decoración del hogar y también son apreciadas por coleccionistas.
Antiguamente eran pintadas por monjes y su durabilidad y posibilidad de enrollarlas estaba vinculada a la vida nómade o hermética. De este modo, el devoto podía viajar con la pintura y desenrollarla a la hora de meditar u orar. La técnica solía ser transmitida de padres a hijos o de maestro a aprendiz, siguiendo las enseñanzas de libros budistas que brindaban instrucciones tanto de las líneas, figuras y colores a ser representados. Hoy en día proliferan las academias en dónde se enseña este arte.
Tongren es famosa por el arte Regong, inscripto en la lista de patrimonio cultural intangible de la UNESCO en 2009, el cual incluye no solo pinturas Thangka sino esculturas y otras manifestaciones de arte de motivos budistas. Acorde a las estadísticas locales, hace unos quince años solo unas 5000 personas en la ciudad estaban vinculadas a negocios relacionados al arte Regong Thangka. Hoy, sin embargo, son alrededor de 10.000 personas las que trabajan en vinculación a ello.
Las ventas de arte Thangka se han incrementado en los últimos años, fomentando la aparición de nuevas academias y parques industriales destinados a su creación, promoción y comercialización. El centro cultural étnico Regong, por ejemplo, ha tenido unos 800 estudiantes en los últimos 5 años, cuyas obran han sido vendidas en varios países europeos, entre ellos Francia, donde este arte se ha vuelto muy popular. Los precios de las obras pueden alcanzar los 3 millones de yuanes.
Su aprendizaje no solo requiere del desarrollo de técnica y habilidad artística sino de conocimiento del budismo, ya que cada postura u ornamento en la obra representa un aspecto particular de las enseñanzas budistas. Por lo tanto, el trabajo debe ser realizado con devoción, concentración y un sentido de reverencia. Las obras requieren de gran elaboración y la realización de una sola pieza puede tomar hasta un año, incluso involucrar a más de un artista. Sin embargo, también es posible encontrar piezas creadas de modo masivo para su comercialización entre turistas.
Entre la tradición y la modernización, el culto y la popularidad, China conserva y promueve una herencia milenaria representativa no solo de su propia historia sino de la de buena parte de Asia.