

Los países latinoamericanos y del Caribe cubren una región empobrecida y carente de estructura básicas, con un significativo potencial de riqueza en contraste con una distribución muy desigual de ingresos. China ha planificado convertirse en un interlocutor y brindar a los países una voz, como es el caso de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe.
La importancia política que China le da a este plan, no encuentra una correlación en las economías de la región, quienes se encuentran inseguros sobre sus programas o sobre qué deben presentar en una mesa de negociación a cambio de lo que ofrece China. Por otro lado, la relación de estos países con Estados Unidos y Europa desde el momento de la constitución de sus estados nacionales, fue decisivo –ya que fueron delineados como estados económicamente dependientes con un bajo grado de institucionalidad, dando paso a democracias frágiles políticamente dependientes del centro hegemónico.
Desde la perspectiva del contexto de las relaciones de los países Latinoamericanos y del Caribe con los países orientales desarrollados, ciertamente China no es Estados Unidos, quién considera a la región latinoamericana y del Caribe como su “patio trasero”. En este aspecto existe un amplio debate surgido en Latinoamérica en la primera década de esta centuria al momento que comenzaron a aumentar los precios internacionales de las materias primas que conforman el paquete clásico de exportaciones de los países Latinoamericanos y del Caribe.
Recientes desarrollos políticos de los países Latinoamericanos y del Caribe no dejan duda alguna en que se ha convertido a la región en una zona en disputa, que está perdiendo oportunidades tanto con China como con el resto del mundo.
Lo que resulta interesante es que China ha superado su timidez inicial y está tomando ventaja de la retracción de Estados Unidos con el objetivo de tomar la delantera, y en este contexto China deberá incluir en las declaraciones del Comité CELAC-China un capítulo específico sobre Iniciativa de la Franja y la Ruta.
La presencia de China fue, y es, impactante para muchos sectores e industrias de países Latinoamericanos y del Caribe; pero su motivación, estrategia y procedimientos no fueron siempre interpretados apropiadamente. Asimismo, las compañías chinas aún necesitan comprender mejor el contexto en el cuál van a desarrollar sus negocios en Latinoamérica, así como también las oportunidades que la región ofrece. La eventual implementación de la Iniciativa de la Franja y la Ruta debería considerar que no todos los proyectos chinos en los países de América Latina y el Caribe han sido exitosos.
Las inversiones en estos países tienen poco más de una década de desarrollo, y como cada sector y economía presenta sus propias dinámicas, el rol de los socios locales es especialmente importante. La presencia China ha generado cambios en casi todos los mercados en los cuales han tratado de establecer sus operaciones.
Este caso se aplicó, y aún se aplica, tanto a la fase de entrada de las compañías chinas como durante la conducción de las operaciones una vez que el negocio se encuentra establecido. La ignorancia genera desconfianza, preocupación y disputas sobre cuestiones laborales, al igual que los efectos de sus acciones en las comunidades locales. Estos aspectos son fundamentales para la experiencia china en los países de América Latina y el Caribe, e implica que la presencia física de compañías chinas inyecta una nueva dinámica en la región.
Esto ha creado nuevas exigencias en el gobierno de China para ejercitar su influencia en el crecimiento en ayuda a sus compañías y empleados, y utilizar este nuevo “poder blando” para alivianar las presiones políticas y de gestión en dichas compañías.
Por otro lado, existen importantes diferencias en las culturas organizacionales de las compañías chinas y sus socios locales, que se manifiestan en su relación con la fuerza de trabajo y los subcontratistas locales, así como con sus relaciones con las autoridades donde realizan sus operaciones comerciales.
Las expectativas sociales y políticas, y las diferentes culturas de trabajo han generado dificultades a las empresas chinas al establecer lazos con la comunidad donde intentan establecerse. En este sentido, uno de los primeros pasos para facilitar el camino fue tomado en el año 2017 cuando el Premier Li Keqiang propuso un modelo “3×3” para estimular la colaboración entre China y América Latina, que proponía un aumento de la capacidad en los sectores de logística, infraestructura, energía e información.
China desearía jugar un rol mayor en el financiamiento de proyectos de infraestructura en los países de América Latina y el Caribe, si esos países mostrasen una mayor apertura y deseo de participar en la iniciativa china.
Los países Latinoamericanos y del Caribe son complementarios a China en el campo comercial y esto queda demostrado en el flujo de comercio actual. La Iniciativa de la Franja y la Ruta parece catalizar otras complementariedades no comerciales, como por ejemplo el requerimiento de los países de la región sobre tecnología (conocimiento), capital (financiamiento) e infraestructura (ingeniería), que son precisamente los 3 elementos excedentes que China puede proveer.
El autor es profesor de la Universidad Nacional de Lanús (UNLa) en Argentina y autor de “¿Cómo lo hicieron los chinos?”. El autor contribuyó con este artículo a China Watch, que integra a un grupo de expertos impulsados por China Daily. Las visiones no reflejan necesariamente las de China Daily.